Un cuento que expresa un poco ese oficio de artista que tiene el diseñador...
«…Se cuenta que un emperador de China hizo llamar a su pintor de corte y le pidió que hiciera una pintura de un pez para los aposentos reales. El pintor manifestó su acatamiento a la voluntad de su señor y se fue para emprender su tarea.
Cuando ya había pasado un año, el emperador no pudo contener más su impaciencia e irrumpió él mismo en el estudio del pintor. El pintor estaba sentado, tranquilo y aparentemente bien a gusto. El emperador estaba furioso. «¿Dónde está mi pintura?», gritó. El pintor se inclinó en silencio, atrajo hacia sí una gran hoja de papel, colocó un juego de colores en tarros delante, cogió un gran pincel, y en sólo dos minutos, ejecutó la más maravillosa sinuosa imagen de un pez que resplandecía en límpidas aguas.
El emperador apenas podía reprimir su rabia: «Si es tan fácil, ¿por qué he tenido que esperar tanto?» sin romper su silencio, el pintor se fue a la parte de atrás de su estudio donde había una gran alcoba con puertas que iban desde el suelo hasta el techo. Abrió las puertas y se derrumbaron por el suelo miles de pinturas del pez…»
-John Laing y David Wire en Enciclopedia de Signos y Símbolos. Ed. Gustavo Gili.
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